Tres pasos para vivir el Evangelio Diario

Sábado 11 de Enero de 2025 – Sábado después de la EpifaníaCiclo C – Año I – II Semana del Tiempo de Navidad
Primera Lectura 1 Juan 5, 14-21
Salmo 149
Evangelio Juan 3, 22-30

Introducción a la Reflexión del Evangelio

Este sábado, el Evangelio de Juan, nos invita a reflexionar sobre el testimonio de Juan el Bautista, quien señala la primacía de Jesucristo sobre él. En un contexto de creciente popularidad de Juan, él reconoce humildemente su misión como precursor del Mesías, demostrando una profunda entrega a la voluntad de Dios. Este pasaje resalta la importancia de la humildad y el reconocimiento de que nuestra vida tiene sentido solo cuando nos colocamos al servicio del plan divino.

Lectura del Evangelio 

San Juan 3, 22-30

Momento de Reflexión

Ahora, los invito a reflexionar sobre lo que este pasaje nos enseña y cómo podemos aplicar estos pasos en nuestra vida diaria.

Paso 1: Reconocer nuestra misión

En este pasaje, Juan el Bautista deja claro que su misión era preparar el camino para Jesús, y con humildad declara que no es el Mesías.

Pensemos en: Cuando te enfrentas a situaciones donde otros reciben elogios o reconocimiento, ¿reconoces tu papel como colaborador en el plan de Dios, o buscas tu propia gloria?

Pregúntate: ¿Cómo puedo vivir mi vida con la humildad de Juan el Bautista, reconociendo que mi misión es servir y dar testimonio de Cristo?

Paso 2: La alegría del testigo 

Juan siente una gran alegría al ver que su misión se cumple, pues es testigo del crecimiento de Jesús.

Pensemos en: Al compartir tu fe o ver que alguien se acerca a Cristo, ¿te llena de gozo y satisfacción ver cómo el Reino de Dios crece, incluso si eso significa que tu protagonismo disminuye?

Pregúntate: ¿Cómo puedo aumentar mi gozo en la obra de Dios, aunque no reciba reconocimiento por ello?

Paso 3: Dejar que Cristo crezca 

La humildad de Juan el Bautista es una invitación a reconocer que nuestra vida debe estar orientada a hacer crecer el Reino de Dios.

Pensemos en: ¿Estás dispuesto a hacer que Cristo crezca en tu vida y en la vida de los demás, aún si eso significa disminuir tus propios intereses y deseos?

Pregúntate: ¿Qué acciones concretas puedo tomar hoy para hacer crecer el amor de Cristo en mi vida y en la de los demás?

Conclusión

Concluyendo nuestra reflexión, recuerda que:

1.- Reconocer nuestra misión. Debemos reconocer nuestra misión como testigos de Cristo.
2.- La alegría del testigo. Nuestra alegría debe surgir del testimonio de la obra de Dios, no de nuestro protagonismo.
3.- Dejar que Cristo crezca. Es necesario dejar que Cristo crezca en nuestras vidas, incluso si eso implica nuestra disminución.

Este día, renovemos nuestro compromiso de vivir humildemente al servicio de Cristo, dejando que Él sea el centro de nuestra vida. Les agradezco por habernos acompañado en esta reflexión. Que la escucha de la palabra de Dios se convierta en una bendición para toda tu jornada.